miércoles, 5 de octubre de 2011

Indefensa

   Un chico joven camina por la calle, es fácil adivinar por su gesto que su humor no es el mejor posible. Aparentemente está abstraído en sus no muy alegres pensamientos, pero no por ello deja de fijarse en esa chica tan guapa que se baja del autobús. Tiene un nosequé... especial. Sonríe para él mismo y aminora el paso para echarle una nueva ojeada furtivamente. No se atreve a detenerse.
   Ella anda calle abajo, él también. No están demasiado cerca el uno del otro, cosa normal teniendo en cuenta que son dos completos desconocidos. Comienza a anochecer y la calle está completamente desierta. No es buen lugar para una chica sola, piensa él, y se le escapa media sonrisa, la ocurrencia le parece extrañamente divertida. Dirige la vista hacia ella, qué bien, están tomando el mismo camino, quizás vivan cerca. 
   Apenas pasan coches por la carretera, es lo malo de vivir en las afueras. Lo bueno es la tranquilidad.
   Le gustaría saludarla, caminar a su lado. Una chica así tiene que tener novio. O a lo mejor no, a lo mejor está disponible. Quién sabe, quizás se ha fijado en él. Fantasea con ello, con acercarse a ella y empezar una conversación. O darle un beso por sorpresa. En realidad lo que le gustaría es acostarse con ella. Hace mucho que no está con nadie y ya se sabe... los hombres tienen sus necesidades. Seguro que ella no se negaría, seguro que está interesada. Se la podría llevar a su casa... o quizás... ¿ahí mismo? Es una locura, pero seguro que sería genial. Lo pasarían bien. Sacude la cabeza,  le gusta demasiado imaginar cosas... pero todos tenemos nuestras fantasías, ¿no?

Ella mira hacia los lados. Él sigue caminando.

Ella mira hacia atrás y aprieta el paso. Él también vuelve la vista y va más lento.

   El chico joven baja la vista, al rato vuelve a buscarla con los ojos. Vaya, parece que ha desaparecido. Se encoge de hombros y sigue andando. Mala suerte, piensa, ¿dónde habrá ido? Era muy guapa.
   La chica guapa, que se había escondido, vuelve a acelerar el paso. Finalmente llega hasta él y, tras comprobar que la calle efectivamente está vacía, le clava una navaja en la espalda mientras desde detrás le tapa la boca para que no grite. Le apuñala varias veces hasta que él cae al suelo. Luego le roba la cartera. 
Sonríe mientras la abre, la persecución había valido la pena.

¿Qué te pensabas?, dice en voz baja, no todas somos niñitas indefensas.



1 comentario:

Carlos dijo...

Seh, un final feliz jajaja, a lo que añado que una cosa más en la cabeza le sentó fatal.