sábado, 11 de julio de 2009

Pilla-pilla


Las dos hermanas compartían habitación en la vieja casona. A la mayor le molestaba. La pequeña, asustadiza, estaba agradecida. Tenía mucho miedo a la oscuridad y la presencia de su hermana mayor le daba seguridad.

Siempre charlaban antes de dormir, la mayor solía inventar historias para asustar a la pequeña, le parecía realmente divertido.

Pero esta vez, la pequeña tomó la palabra. Había decidido que hoy sería su hermana la asustada.

-¿Te atreves a balancear el brazo fuera de la cama?- Preguntó la menor. La mayor escrutó la oscuridad.

-¿Cómo?

-Mira, así...- Y la pequeña comenzó a mover el brazo rozando el suelo mientras canturreaba "A que no me pillas..."

La mayor se estremeció.

-¡No hagas eso!

-¿Por qué? No pasa nada... ¡Y luego yo soy la cobarde!

La hermana mayor dudó. Por un lado, no podía quedar como una miedosa al lado de su hermana, pero por otro... había algo en esa acción que le daba mucho miedo.

-Estoy esperando...

-Eso es una tontería, debajo de la cama no hay nada que pueda pillarte- dijo fingiendo desdén.

-¿Entonces? ¿Por qué no lo haces, hermanita?

La mayor se enfadó. Pensaba demostrarle a esa enana lo valiente que era.

-¡Vale! Pero es una estupidez...

La primogénita estaba asustada. Pero no lo quería demostrar, asique tratando de controlar el pánico que amenazaba con dominarla, obligó a su mano temblorosa a dirigirse hacia el suelo.

Cerró fuertemente los ojos, y conteniendo las lágrimas la balanceó. Con una voz tan baja y ronca por el miedo que era casi imposible oirla cantó "A que no me pillas..." ...

y acto seguido, el pánico se hizo con ella, que pegando un grito subió la mano y se arrebujó en la cama.

No había sucedido nada.

La menor había logrado su objetivo, pero no estaba contenta, ella también estaba asustada. Ninguna de las dos durmió bien esa noche.

Al día siguiente, cuando volvían a su casa tras el colegio, una ráfaga de aire se llevó un papel que llevaba la hermana menor. Al correr a por él sin saber cómo, llegó a la entrada de un callejón.

Entonces, la mayor miró horrorizada cómo salía del callejón oscuro una mano esquelética que llevaba a su hermana fuera de su vista, agarrándola con tanta fuerza que no podía ni gritar. Mientras tanto se oyó una voz casi feliz, juguetona, pero que tenía un matiz que daba escalofríos, que gritaba alegremente... "¡Te pillé!". Nunca más se volvió a ver a la hermana pequeña.

Desde ese día, es la hermana mayor la que no puede dormir.

Tiene miedo a la oscuridad.


1 comentario:

Anónimo dijo...

putiiiii ya estoy en blog,espero q esto no se me convierta en un tuenti dos